Grouchy y el emprendedor

Feb 17, 2023

Introducción

Hoy me tomo el día libre para volver al humilde teclado, a la arrogancia del que escribe esperando que le lean.

Pocos relatos erizan la piel como el que describe Zweig en El minuto universal de Waterloo, apenas usando el olor a pólvora y el ruido de cañones como el marco de una historia emocional pintada con brocha gorda.

El título de la novela que contiene este relato – Momentos Estelares de la Humanidad – es mucho más elocuente en castellano que en inglés. Y enmarca el momento como lo que de verdad fue en fondo y forma: Un momento estelar; El título en la lengua de Shakespeare, tan pragmática como siempre – Decisive Moments in History –, únicamente captura sin ambages lo que fue de facto: Un momento decisivo. Pero no más.

Estado del arte


Ya en el XIX, como en el XXI, se siguen librando batallas aquí y allá. Algunas en contra de lo esperado todavía con balas y cañones, sostenidas por redes satelitales, y drones de guerra.

Entretanto, como en una región de las antípodas, se desarrolla en paralelo el mundo de la Startup, presto a captar dinero, proclive a gastarlo. Innovador como siempre, perturbador como nunca. La inteligencia artificial se abre paso como un oso que despierta hambriento de su hibernación.

En esta tremenda batalla a mil bandas, todos luchan por el éxito, por convertirse en el unicornio que corone la colina. Las ideas ya poco tienen que hacer en una carrera donde la diferencia la marca la ejecución. Ese momento decisivo. Al tiempo que una mente brillante navega entre ocurrencias en un lado del atlántico, hay dos amigos tomando un café en el otro, repartiéndose tareas para poner en marcha la misma aplicación. Tan rompedora y disruptiva es en ambos sitios.

Liderando muchas de estas iniciativas, hay gente que con talento Napoleónico, gobierna el campo de batalla, va ganando guerras, y entiende qué es causa y qué efecto. Conocen acción y consecuencia, y actúan en base a la evidencia, con justas dosis de intuición. Son el punto neurálgico donde se une corazón y ciencia.

Observación


Con la calma que da la imparcial posición de quien obedece órdenes, me es fácil observar quien ha nacido para la guerra y quién para la perra; quién mira hacia fuera y quién adentro; para quién es el último intento, y para quién la gloria del momento.

La ejecución es de valientes. En la más pura definición de valentía. No del que camina sin miedos, sino del que los tiene y confía. Es aquí donde tiene lugar esta batalla.

Algo curioso que caracteriza las empresas pequeñas basadas en software (a.k.a Startups 🦄), es que el grueso de su valor reside en el personal. Así como en cualquier guerra. Y así como en la guerra, un batallón sin moral, tiene poco que ganar con la tecnología más puntera, por los mismos principios se rige una corporación como ésta. Las empresas de software tienen su tesoro en la gente que crea y mantiene un producto volátil, mientras un regimiento de comerciales dispone y prende los fuegos artificiales. Sí, ya lo sé, me preguntarás ¿en qué empresa no? Pero las empresas conocidas como SaaS (Software como servicio), carecen de inmuebles o maquinaria, no hay stock ni inventario, el día que se cierra el telón, todo lo que queda entre bastidores son personas.

Y es ahí donde libraba yo mi batalla, militando con Grouchy a la sombra del emperador – Pero Grouchy sólo tiene ojos para los prusianos. Avanzará sin tregua, con sus inseguridades bien dobladas en el bolsillo de la chaqueta. Dirá no y mil veces no. Y cuando los cañones de guerra suenen tan cerca que la pólvora le atore los pulmones, otra vez a él, la historia le castigará con la supervivencia. Para recordar lo que pudo ser y no fue.

Sentencia


Para cualquiera, esta semana la empresa sólo ha perdido un director comercial en ciernes. Un observador avezado advertirá, que la pérdida es mucho mayor de lo que aparenta a simple vista. Hemos perdido moral y confianza. Por la puerta se marcha un montón de conocimiento sin explotar. Se queda por el camino la esperanza.

Con nosotros se queda el problema. Un fiel trabajador incapaz de opinar, a las órdenes de alguien incapaz de mirar más allá de sus narices.

Hoy se queda con nosotros la terca arrogancia, la dura impaciencia. Hoy la sentencia no es de muerte – es de vida. Una vida como castigo para recordar lo que pudimos ser y no fuimos.

Unas rimas


Con la soflama propia de un líder nato – carente de contenido, el tono más ingrato, y una voz deshonesta – recibo la mala nueva, doblemente funesta: una vez por la advertencia y dos por la consecuencia. El parte dice que parte el nuevo comandante:

- a un nuevo regimiento?

+ a luchar bajo otra bandera.

Cuadro firme ¿guardo el puesto? ¿corro libre con lo puesto?

- Luchar no es esto, mi sargento

+ Es la vida, ya lo siento.

- Vida mía, que la tengo, cogida en brazos por momentos.

+ Sé que es duro, no te miento. Pero viene el viento a nuestro encuentro.

- Por la espalda?

+ Por supuesto

Por la espalda? Por supuesto…